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Pescado condenado


Condenado a su destino, a su único fin en este mundo, a su naturaleza, lo trajeron de su helada sepultura. Parece que observa, que espera. Pero ni el corazón ni las tripas le dejaron. Tirado en una tabla de plástico blanca lejos quedaron sus mañanas en las frías aguas del pacífico chileno. Ya no saltará contra la corriente tratando de respirar los rayos de sol. Su último verdugo –un gran amigo mío de esos a los que se lo puede rotular de profesional- se encuentra parado junto a él con una inocencia sádica en las manos. Con ellos frente a frente, en un segundo, la historia y la muerte son cuchilla y cogote. El ritual milenario comenzó, pronto no será más que un roll. Tuvo sentencia, fue pescado. Fue salmón, es un digno condenado.

Comentarios

  1. Aqui tipeo, yo Verdugo, mis gracias por tu tan poetica mencion de mi persona.
    Espero que hayas disfrutado la ambrosia que, victima de por medio, supe preparar para vuestro paladar.

    augurios desde la mazmorra.

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