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Reflejo


El amplio tiempo acciona de formas no previstas, los impulsos no consiguen alinearse con los objetivos pautados. Tantas cosas por hacer, tantas ganas aparentes de hacerlas y como una pared sobre la espalda el deseo innecesario de trascender. 

Bien se sabe que sobre el asfalto está la realidad con sus historias. Como si fuera una maldición, un miedo se despierta. Logra su mayor proeza, paralizar. Junto al tiempo, como aliado, lo deja saborearse con nuestras impaciencias. 

Somos seres de agua y motivaciones, cuando la segunda falta nos secamos. Nos peleamos con aquello que nos define, no lo explotamos, no dejamos actuar al artista contenido adentro. Las consecuencias son dejar de leer, dejar de hablar, dejar de escribir, no preguntar, es un caminar no placentero, es perderse, es volver, y es dejar todo como siempre estuvo. 

A las voces no las oímos, a los datos los descartamos, nos volvemos creyentes, y con eso la ignorancia nos vuelve predecibles y patéticos. Estando fuera del eje, el camino difícil parece encausarnos. Detenidos. Nada nos toca, vemos como avanza, detenidos. Sentimos la velocidad. Detenidos. Nos rodean rayos. Detenidos. 

Dar un paso, sólo es un paso, eso debe ser para lograr ponernos adelante. Si es un tren o son unos rayos, dar un salto y subirnos para nunca más volver a detenernos.

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