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Día



Alcanzar la mañana entre colectivos y lagañas. Asfalto vacío que amanece, frecuencia que a los ojos despierta y a la voluntad adormece. Un recorrido en contramano de rostros que parecen condenados. Nunca parar, ni por casualidad pensar, sólo caminar y empezar. La misma tensión de exacerbar lo que ni la lluvia puede lavar. El volver y venir de una búsqueda derrotada, con la misma moribunda ilusión de que en esos rostros no esté cegada y desorientada. El silbato ya sonó, corre el que sabe que lo esperan. Mientras un nuevo día comienza, para el que no la encontró su día terminó.

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