Las
palabras que fueron silencios hoy rebalsan de su mano, quieren escapar, y
aunque se resista se lo vuelve a ver al caminante al costado de un nuevo camino,
pero con el mismo viejo final.
Desviado
va por la ceguera de ese nuevo destello, tan parecido al anterior, pero con
diferente color y desconocidos ecos.
Entre
miradas avanza, de su coraza sólo quedan añosas durezas, y una nueva pulsación
que le recuerda que aún está con vida.
Bajo
la luna del sexto día la vio, sobre el suelo ese nuevo destello se le presentó,
en un día festivo el encantamiento fue la danza de esta historia.
Pronto,
muy pronto, hubo silencio, y el destello se le oculto como alejándose. Devino
entonces, esa fiebre que solamente el desconcierto conoce.
Fue
con una aparición que volvió a verla, diría para sí mismo que sus ojos la
emoción reflejaban.
Palabras
tras palabras de esa hechicera revelada, para no decir el fémino de un mago, sintió
la alabanza de iniciación a ese juego que lo obligó a volver a estos escritos.
En
la acciones el instructivo no fue claro, a las reglas no las conoció, y en sus
contradicciones se dejo llevar. Como una desafortunada coincidencia el
desencuentro fue el verdugo, y esas palabras de amores temerosos termino por
nublar sus pasos.
Ahí
quedó el Caminante al costado del camino, alejado por razones que no comprende,
mirando de lejos junto con sus incondicionales voces.
Es
en esos momentos que con una hoja de parra encendida y bajo la luz de cien luciérnagas,
se despierta y piensa... Que de todas sus contradicciones él se queda con esa
sonrisa que ella un día le trajo.
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