Esquivas palabras que ocultas
intenciones. Conversaciones profanas y superfluas que envían mensajes, codificaciones
que transitan en una comunicación nocturna que el desvelo vencido convierte en
silencio.
Palabras al revés que sólo una
lectura cómplice entiende, donde se afirma y se confiesa.
Impulsos que se
complotan para aparecer e impulsar confusos deseos.
Un juego ya terminado que
quiere volver a ser jugado, mientras el velo de los miedos procrea esa palabra
nueva, llamada distancia.
Palabras que no se dicen, en un
tiempo de esquivas edades que miden el próximo encuentro, en que conocidas
miradas superen las inevitables suposiciones.
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